Me he levantado dispuesto a cazar el eclipse parcial de Sol con unas instantáneas disparadas desde Collserola, la cordillera que en teoría frena la expansión urbana de Barcelona hacia el noroeste. El cielo encapotado ha impedido que pudiera llevar a cabo con éxito la misión. A pesar de ello, he trepado hasta llegar al par de pinos que coronan la montaña por la parte del barrio de Horta. La excursión no ha resultado baladí. He hecho unas cuantas fotografías, no ya del eclipse, sino de Colleserola.
Un árbol medio muerto,
otro medio vivo,
un desprendimiento de tierra curado por la primavera…
También me han llamado la atención las instalaciones que se erigen al pie de la montaña, en especial, las cocheras de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB).
Hace unos años, la superficie que las cocheras ocupan ahora formaba parte del paisaje virgen de Collserola y, cuando la administración anunció su construcción -que venía a ser un mordisco en la falda de la montaña-, a la vez prometió que el techo del garaje se disimularía con un parque, para que no chirriara con el entorno.
¿Dónde está? Collserola quiere pero no puede frenar la expansión de la ciudad. Recordemos la cementera, el tanatorio, el proyecto de túnel...
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