En este texto, sale a colación un par de veces el tema de las drogas. Por eso quiero advertir que nadie se equivoque: este es un escrito no apto para personas inmaduras que se puedan confundir. Por otro lado, advierto que no soy científico, aunque se note. Pero así lo constato para que nadie se rasgue las vestiduras o pueda adoptar como dogma lo que sigue. Una vez avisados…
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Preguntémonos por el concepto de vida. Y digo concepto, y digo por tanto también imaginación. La vida es una idea delimitada por el ser humano. Por ello es una definición arbitraria. Decimos o acordamos que lo vivo es aquello que nace, crece, se reproduce y muere, y en todo este proceso se relaciona. Si seguimos esta definición, podemos deducir que la cumplen seres que por el mismo aserto consideramos inertes, por ejemplo, el Sol: nace, crece, se reproduce, se relaciona y muere. Que nace, crece y muere está claro. Pero que se relacione o se reproduzca no tanto. Sin embargo, se relaciona con todos los planetas e incluso se autoreplica (nuestra estrella no es primigenia, debió de surgir de una anterior que explotó y formó la nube estelar a partir de la cual nació nuestro Sol y los planetas). A pesar de ello, nuestra civilización, la occidental, por lo menos, no concede el don de la vida al Sol. Otro ejemplo son los virus: los científicos aún discuten, siguiendo la definición actual de vida, si son seres vivos o inertes.
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Darwin elaboró una teoría científica según la cual los seres vivos que pueblan la Tierra son el resultado de un proceso de cambios debidos a la selección natural y a la lucha por la supervivencia. En este proceso, el medio en el que los seres se desenvolvían fue crucial para determinar su forma y características. Ahora también sabemos que el ser vivo condiciona y cambia su medio. Según la ciencia de hoy día, y por lo tanto provisional, todo comenzó en el agua. Este fue un medio y elemento clave. De hecho, continúa siéndolo, como bien sabe el humano y el poderoso actual.
Hubo un momento en el que el animal se hizo hombre, esto es cuando se dio cuenta de que era hombre. En paralelo, fue redescubriendo su entorno. Quizás fue primero el entorno y luego adquirió conciencia de él mismo. Aunque la evolución jugó un papel determinante en este proceso, tuvo que existir un momento, un instante, un “clic”, en el que un ser humano cobró conciencia de sí mismo y su entorno, o al revés o simultáneamente. ¿Fue un dolor repentino? Una vez leí una teoría sugerente en un periódico de información general sobre lo que he denominado aquí como el “clic”. Se entrevistaba a un masón. El susodicho hablaba que hubo un momento en la prehistoria en la que un grupo de homínidos comió setas alucinógenas. ¿Nos despertó una droga del mundo animal? Da que pensar que seamos fruto de una alucinación primigenia, pero la hipótesis es atractiva.
El caso es que el medio, el aéreo, fue clave para el desarrollo de la humanidad, como ya sostuve en el primer artículo de este blog que lo será la gravedad cero. Ahora bien, sin embargo, entreveo otra alternativa. Quizás la física cuántica nos obra las puertas de una realidad subterfugia que ahora no podemos sentir, y manipular desde ella nuestra realidad cotidiana.
Volviendo al tema de las drogas alucinógenas, otra hipótesis atractiva (hablo de hipótesis porque sólo son eso, porque como decía, creo, Carl Sagan, a grandes afirmaciones grandes pruebas; pero en fin, la dejo caer). Un científico explicaba en una revista que las drogas psicotrópicas no es que te hagan alucinar y ver cosas que no existen, sino que es posible que te abran los sentidos a otras realidades. Pero esto enlaza con lo dicho más arriba, que el humano conociera la realidad actual al consumir aquellas setas.
Es más, me aventuro, puestos a hacer conjeturas, que quizás no somos más que fruto de lo que ingerimos en nuestro medio, que es lo que nos hace vivir y relacionarnos en esta realidad. El mismo Nietzsche dijo en uno de sus escritos que si pudiera comenzar des del principio, se hubiera dedicado a estudiar la influencia de los alimentos en el ser humano.
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Preguntémonos por el concepto de vida. Y digo concepto, y digo por tanto también imaginación. La vida es una idea delimitada por el ser humano. Por ello es una definición arbitraria. Decimos o acordamos que lo vivo es aquello que nace, crece, se reproduce y muere, y en todo este proceso se relaciona. Si seguimos esta definición, podemos deducir que la cumplen seres que por el mismo aserto consideramos inertes, por ejemplo, el Sol: nace, crece, se reproduce, se relaciona y muere. Que nace, crece y muere está claro. Pero que se relacione o se reproduzca no tanto. Sin embargo, se relaciona con todos los planetas e incluso se autoreplica (nuestra estrella no es primigenia, debió de surgir de una anterior que explotó y formó la nube estelar a partir de la cual nació nuestro Sol y los planetas). A pesar de ello, nuestra civilización, la occidental, por lo menos, no concede el don de la vida al Sol. Otro ejemplo son los virus: los científicos aún discuten, siguiendo la definición actual de vida, si son seres vivos o inertes.
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Darwin elaboró una teoría científica según la cual los seres vivos que pueblan la Tierra son el resultado de un proceso de cambios debidos a la selección natural y a la lucha por la supervivencia. En este proceso, el medio en el que los seres se desenvolvían fue crucial para determinar su forma y características. Ahora también sabemos que el ser vivo condiciona y cambia su medio. Según la ciencia de hoy día, y por lo tanto provisional, todo comenzó en el agua. Este fue un medio y elemento clave. De hecho, continúa siéndolo, como bien sabe el humano y el poderoso actual.
Hubo un momento en el que el animal se hizo hombre, esto es cuando se dio cuenta de que era hombre. En paralelo, fue redescubriendo su entorno. Quizás fue primero el entorno y luego adquirió conciencia de él mismo. Aunque la evolución jugó un papel determinante en este proceso, tuvo que existir un momento, un instante, un “clic”, en el que un ser humano cobró conciencia de sí mismo y su entorno, o al revés o simultáneamente. ¿Fue un dolor repentino? Una vez leí una teoría sugerente en un periódico de información general sobre lo que he denominado aquí como el “clic”. Se entrevistaba a un masón. El susodicho hablaba que hubo un momento en la prehistoria en la que un grupo de homínidos comió setas alucinógenas. ¿Nos despertó una droga del mundo animal? Da que pensar que seamos fruto de una alucinación primigenia, pero la hipótesis es atractiva.
El caso es que el medio, el aéreo, fue clave para el desarrollo de la humanidad, como ya sostuve en el primer artículo de este blog que lo será la gravedad cero. Ahora bien, sin embargo, entreveo otra alternativa. Quizás la física cuántica nos obra las puertas de una realidad subterfugia que ahora no podemos sentir, y manipular desde ella nuestra realidad cotidiana.
Volviendo al tema de las drogas alucinógenas, otra hipótesis atractiva (hablo de hipótesis porque sólo son eso, porque como decía, creo, Carl Sagan, a grandes afirmaciones grandes pruebas; pero en fin, la dejo caer). Un científico explicaba en una revista que las drogas psicotrópicas no es que te hagan alucinar y ver cosas que no existen, sino que es posible que te abran los sentidos a otras realidades. Pero esto enlaza con lo dicho más arriba, que el humano conociera la realidad actual al consumir aquellas setas.
Es más, me aventuro, puestos a hacer conjeturas, que quizás no somos más que fruto de lo que ingerimos en nuestro medio, que es lo que nos hace vivir y relacionarnos en esta realidad. El mismo Nietzsche dijo en uno de sus escritos que si pudiera comenzar des del principio, se hubiera dedicado a estudiar la influencia de los alimentos en el ser humano.
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