Todos recordamos, al final de la carrera política de Clinton, la relación de éste con la becaria Lewinsky y sus consecuencias. Al presidente demócrata, le abrieron un proceso no por su affaire con la susodicha, sino por haberlo negado. O sea, se acusaba a Bill Clinton de haber mentido, y no se podía tolerar que el presidente de Estados Unidos fuera un mentiroso, que engañara a su pueblo y a sus instituciones.
Aunque se acusara a Clinton de mentiroso, a nadie se le escapa que la relación extraconyugal del presidente pesaba más que la propia mentira en el proceso. Pero, en fin, demos un voto de confianza y supongamos que sólo se le acusó de mentir. A partir de aquí, se hace evidente el doble rasero moral del humano.
Mientras que a Clinton se le armó un escándalo mayúsculo por su relación, a Bush junior se le tiene miedo, y eso que ya ha reconocido que lo de las armas de destrucción masiva en Irak fue un error. Habla de negligencia, nunca de engaño por su parte. Pero considero que es mucho más grave esta supuesta incompetencia que no la mentira de Clinton. En cambio, ahora, nadie investiga si el rey Bush mintió o no sobre las armas. Recordemos que este era uno de los motivos de más envergadura para empezar la invasión.
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Hace 1 año
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