Sin la publicidad el mundo tal y como lo conocemos no existiría. Vivimos en una sociedad basada en el consumo y en el miedo. (Por lo menos, la occidental. Lo que ocurre es que, como todos sabemos, el mundo poco a poco va semejándose a este Occidente, a modo de un espejo más nítido y pulido a medida que las bombas caen por tierras salvajes.) El consumo de hoy día, evidentemente, no es el necesario para subsistir, sino que va mucho más allá. Nos venden comodidad. Pero la mayoría de las veces lujo, cualidad que no sirve para nada, puro esnobismo. Nada, y, sin embargo, así se mueve el mundo, vendiendo nada.
Pero la publicidad abarca todos y cada uno de los productos a vender. También los de primera necesidad. Más importante que el producto es la publicidad, el darse a conocer entre miríadas de productos iguales o muy similares y cantidades ingentes de publicidad. Sin esta publicidad el sistema se hundiría de forma irremisible.
La publicidad la pagamos todos. Cuando compramos un periódico, por ejemplo, no sólo pagas sus contenidos, también la publicidad o la propaganda política que alberga, aunque ésta sirva para sufragar al medio.
La publicidad se paga en cualquier mercancía. La coca-cola (a la que acabo de hacerle publicidad gratis con sólo nombrarla) cuesta menos fabricarla que su publicidad. Seguro que gran porcentaje del coste se invierte en la publicidad.
Hay dos corrientes teóricas. En una se asegura que la publicidad no crea necesidades, sino que despierta deseos dormidos, podríamos decir, de las personas. Pero que jamás iría por delante de las necesidades del ser humano. En la otra, se asegura lo contrario, que nos crea necesidades. Sea como fuere, más bien parecen todas estas teorías justificaciones para unos profesionales cuya profesión, estiman, no acaba de tener buena prensa en todos los mortales, y eso que gracias a ella el mundo rula. Sin embargo, y entrando al trapo, cuesta creer que alguien tenga más necesidad de Coca-cola que de Pepsi. Y la prueba sería que si la primera dejase durante un año de hacer anuncios, y la segunda irrumpiese en la pequeña pantalla a saco en el mismo lapso, las ventas de la primera caerían en picado. Así que, como otras tantas cosas, lo que no aparece en los medios casi no existe, aunque exista de igual modo que todo lo demás.
Hablando de la pequeña pantalla, eso de pequeña es para esconder su poder, pues precisamente la TV no es más que una valla publicitaria metida en todas las casas del plantea. Sólo en España, en prime time, deben de haber (no lo sé) más de 20 millones de personas viendo anuncios sin parar. Aparato básico, pues, para sostener la sociedad de consumo, el actual sistema capitalista, vaya. Y si a ello sumamos la de radio, prensa, internet, videojuegos... la que hay en lavabos, carteles, etc., pues imagínense, gran parte de la vida comprende ver anuncios.
PD: O la Iglesia está en horas bajas o nos lo quiere hacer creer o quiere más dinero. O de todo un poco. Lo digo por el anuncio en el que pide sin ambages que marques la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. Ecce Iglesia.
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Hace 1 año
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