miércoles, agosto 23, 2006

Casas Altas


Pequeño pueblo, en el Rincón de Ademuz (Valencia), a la orilla del río Turia. Durante el franquismo, la bandera de España de Casas Altas conservó el escudo republicano y cubrieron la franja morada por un trozo de tela roja (dicen que como no había dinero para comer tampoco para comprar banderas). Se puede ver en la sacristía de la Iglesia. No sé si será el único caso en toda España.

A esta comarca se la conoció antaño como la frontera de los tres Reinos, por ser un enclave entre Valencia, Aragón y Castilla. De hecho, para llegar a ella hay que pasar o por Cuenca o por Teruel, ya que está aislada de Valencia y está mucho más cerca de la ciudad aragonesa que no de la capital valenciana. A pesar de ello, el sentimiento de pertenencia a Valencia es indiscutible entre sus habitantes.

El frente de Teruel osciló por estos lares en la guerra civil, y las alcaldías de los pueblos de esta comarca pasaron de un bando a otro por lo menos dos o tres veces durante la contienda. Muy cerca de Casas Altas, en Santa Cruz de Moya, ya en Castilla, fueron acorralados, apresados o aniquilados los últimos maquis. Cada año se reúnen los supervivientes en este pequeño pueblo.


Fuente Villido, que data de 1955. En un lema a la cabeza de la fuente se lee la prohibición de mojar paja, bajo la pena de 50 pesetas de multa. Por los contornos de Casas Altas hay numerosas rutas de senderismo para pequeñas o grandes excursiones de montaña. La bici es otra opción.



Este es el aspecto de una comida típica de este pueblo. En las villas vecinas también existe, pero en cada uno de ellos varía un poco. Se llaman gachas y no tienen nada que ver con las más conocidas de Andalucía. Se cocinan hirviendo harina y agua, acompañadas de alioli, y otros complementos, como carne, sardinas bacalao o pimientos.


La plantada del chopo es otra de las costumbres atávicas de Casas Altas. Se planta para Trinidad en la plaza del pueblo y se tira el 15 de agosto. No se sabe el porqué del rito, pero sí que una vez hace mucho no se hizo y las cosechas fueron pírricas. Desde entonces no se ha dejado de cumplir con la tradición.


Esta es Leia, una gata oriunda de Casas Altas, la muy señorita sólo bebe agua del grifo (sale más fría). Para pasar unos días por estos parajes se puede consultar la web del pueblo. Un consejo, si sois de ciudad, cambiad el chip; dejad atrás las ansias y el estrés. Sólo disfrutaréis con la calma como compañera.



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